Las enfermedades crónicas son dolencias de duración superior a seis meses, de progresión lenta, no transmisibles y, en una gran mayoría, sin curación.
Aceleran la fragilidad y dependencia de las personas mayores, afectando a su autocuidado y reduciendo su autonomía.
Las enfermedades crónicas más frecuentes son las físicas, las de ámbito neurológico y las específicas de la ancianidad.
Enfermedades crónicas físicas más frecuentes.
Enfermedades crónicas ámbito neurológico/psiquiátrico más frecuentes.
Enfermedades crónicas específicas de la ancianidad.
Las enfermedades agudas aparecen repentinamente por causas diversas, son diagnosticables y, con una prescripción médica adecuada, la persona recupera su salud.
Las enfermedades agudas más usuales en el anciano son infecciones de orina y respiratorias, impactación fecal, retención urinaria, descompensación aguda de enfermedades crónicas, agitación sin causa aparente y fiebre de origen no claro.
La neumonía es una causa frecuente de enfermedad aguda. Por su mayor fragilidad, el anciano es susceptible de padecer infecciones víricas y bacterianas debido a un sistema inmune debilitado y un sistema respiratorio vulnerable a agresiones externas. Además, la dificultad para deglutir y los atragantamientos favorecen la aparición de infecciones respiratorias y neumonías, en ocasiones graves.
La agitación sin causa evidente es un estado de inquietud, irritabilidad, intolerancia a la frustración, insomnio. En ocasiones, muestra agresividad verbal y física hacia el entorno y las personas que provoca falta de bienestar en el paciente y en la familia. Suele darse en personas con escasa reserva cognitiva, deterioro cognitivo leve o demencia manifiesta. Se desencadena por un problema físico, fiebre, dolor, estreñimiento, infección o cualquier situación que provoque disconfort en el anciano. Es difícil de detectar y de tratar, exige resolver la causa física que provocó la agitación.
Clínica Seminario Mayor
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